UNA AMABLE PAREJA
Amable: Digno de ser amado.
Ayer los ví…
Estaba impaciente por verlos
de nuevo y cuando los divisé allá a lo lejos con el paso sereno y sin prisas,
como era su costumbre, sentí alegría. La última vez que me crucé con ellos
estábamos en otoño y pensé: “son la propia imagen del otoño”. Otoño él, otoño
ella, otoño el perro…
Estaba impaciente por verlos
de nuevo. Durante todo el invierno no había coincidido con ellos y eso me
inquietaba porque son dos personas que dejan un halo realmente amable.
Marido y mujer, muy ancianos
en edad, aparentan rondar los 90, visten ropa casual de calidad y solo se les
ve cuando sacan a pasear a su perro un Golden Retriever tan anciano como ellos
e igualmente amable, ya sabéis que esta raza es realmente amorosa.
El hombre, alto, delgado, algo
cheposo y con un sombrerito campero que le da un aspecto de sabio distraído, es
el que lleva al perro y se adelanta unos pasos a su esposa, quizás porque ella
camina más despacio, es más lenta, menos ágil.
Ella, alta también, delgada,
viste siempre con falda, cazadora amplia, zapatos deportivos, con un aspecto
despistado a juego con su marido.
Cuando me cruzo con ellos a
ella se le ilumina el rostro y me dedica una amable sonrisa que yo respondo con
otra. Nunca he hablado con ellos, pero nos reconocemos como vecinos.
Siento una ternura inmensa
cuando veo a dos seres que llevan toda la vida juntos, serenos, amables,
soportando el peso de los años. Imagino que el hecho de salir a pasear al perro debe ser
un gran esfuerzo, pero su actitud es amorosa y serena.
Su personalidad me atrapa.
Algo hay en esa pareja que me invita a tratar de adivinar como eran antes de
envejecer, que profesión o trabajo tenían. Los identifico como profesores en la
universidad por su aspecto y forma de vestir, o quizás científicos en sus
laboratorios, o médicos, o filósofos… o escritores…deportistas… mi imaginación
se desborda!!!! pero nunca les preguntaría su profesión, no es necesario, prefiero
fantasear.
Lo cierto es que para mí no
pasan desapercibidos, hay en ellos “algo” que me atrapa, me resultan
tremendamente interesantes. Lo que sí hay algo real es que a su paso se
siente, se palpa la serenidad que dan los años cuando la vida ha sido plena y
eso se nota en sus rostros y en su porte amable. Nadie puede dar lo que no
tiene y ellos tienen el don de la serenidad, del carisma que transmiten a los que
nos cruzamos con ellos y somos capaces de sentir su presencia.
Llego a la verja de mi casa y
ahí me quedo unos segundos mirando cómo se alejan, sin prisas, con sus pasos
tranquilos, siguiendo su camino en este día tan soleado, tan propio para ir por
las calles simplemente disfrutando de un buen día tan hermoso.
Hasta otro día, amigos.
María Dolores Velasco