Si queremos elegir
algo que nos haga la vida agradable busquemos también en la Música. Más que
buscar, yo diría “rebuscar” entre esas músicas que nos han llegado muy hondo,
esas músicas que coinciden con nuestra personalidad o también, aventurarnos en
las que todavía no las hemos conocido, porque la música es muy personal pero
hay que rebuscar entre las que todavía no las hemos escuchado nunca…Quizás nos
sorprenderemos a nosotros mismos de ver como autores que nos parecen que no son
interesantes suben acelerados a un primerísimo lugar en nuestras listas
preferentes.
Un día se me ocurrió
escuchar algo que ya tenía super escuchado:
El “Adagio del Concierto para oboe y cuerda” de Alessandro Macello. Un
artista diletante de familia noble veneciana (1689-1747). Hombre amante de
diversas artes entre ellas la Música que la realiza con la misma maestría que
lo pudiera hacer el más grande de los músicos llamados profesionales. Era un
hombre afable y feliz y su personalidad queda reflejada en su música altamente amable.
J.S.Bach se enamora
de este concierto y lo adopta para transcribirlo a clavecín, y este hecho le
ayuda a que sea conocido y reconocido entre los más grandes del momento y de
ahí a la posteridad.
Es una pieza muy
conocida pero “escuchar” es mucho más que pinchar un disco y dejar que la
música nos alegre los oídos. Ese sería el estadio más bajo de la audición
musical.
Se puede hacer algo
más…un pasito más para que nos impliquemos en ella, la sintamos dentro,
fantaseemos con sus sonidos, la personalicemos para nosotros. La música tiene
mensaje y cada uno de nosotros debe descifrar el mensaje personal que lleva, y
que por supuesto ninguno será igual al de otra persona.
Esto es lo que sentí
un buen día al escucharla:
“Me dejo llevar de su música y mi
imaginación me adentra en los bosques misteriosos y serenos donde habitan seres
mágicos. Paseo entre cascadas, por caminos y senderos donde se pueden ver, si
así lo deseas, duendes y ninfas que
pululan por los bosques sombríos regados por las aguas cristalinas de los
riachuelos que transcurren tranquilamente sin que nadie turbe su caminar…Me
encontraré con bellos elfos y juguetones duendecillos recogidos en sus diminutas
casitas donde se reúnen divertidos en
las noches tranquilas del invierno. Hay un riguroso silencio en el bosque pero
si se agudiza el oído se pueden escuchar sus sonrisitas divertidas, sus charlas
animadas.
Los elfos, que con su
notoria belleza, dejan un halo de elegancia y serenidad. Todo es mágico, todo
es bello, todo es un ensueño que me provoca tan bella melodía que un día un
elegante hombre creó para la humanidad”.
No he podido reprimir
expresar lo que sentí al escuchar esta música y realicé este video. Quizás
mañana sean otras sensaciones. No siempre una música trae las mismas imágenes y sensaciones; esa
es la magia de la música, ese es el mérito de la música que siempre nos provoca
sensaciones, imágenes, sentimientos nuevos, creatividad a manos llenas,
beneficios para el alma, serenidad cuando se necesita.
Recreémonos, pues,
con esta bella pieza cuyo instrumento protagonista es el oboe, bello
instrumento de viento-madera que con su cálida voz y dulce sonoridad, nos
invita a sacar los más tiernos sentimientos, quizás los más dulces recuerdos…
posiblemente lo mejor de todos nosotros.
María Dolores Velasco